Me gusta el silencio de tus manos,
pues, aún cuando me dejan,
se aferran como si no quisieran irse
y dejan tras de sí canciones de seda
evocantes de la carga de las horas
que vivimos en la penumbra, amándonos.
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Gracias por regalarme tu tiempo y permitirme compartir estas líneas. Deja tus comentarios con el corazón, tal como yo he regado estas cartas.
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