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Cuando mis dedos te atrapan
extensiones de mi corazón que te descubren
dibujo misterios en tu piel desnuda,
en tu humedad de mujer
en tu espalda desnuda.
Como si estuviera ciego
y sólo tocándote
leyera tu código secreto
memorizando tus signos
recorriéndote despacio
en una melodía de caricias
alternada con besos y agua caliente.
Entonces,
tus manos en mis manos,
se vuelven cómplices íntimas
y hablan caricias
para reconocer nuestro territorio
sin guardarnos nada
sólo el placer de amarnos siempre
despacio, silentes,
con el ritmo de nuestra respiración
y la gentileza sensitiva
de las puntas de los dedos.
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