Cuando llegan estas noches,
las tibiezas de tu piel se aproximan entre vapores furtivos,
y el torrente de mi pecho se desborda, arrancándome del letargo.
Cuando llegas de pronto,
paloma que retornas en silencio, al nido de mis nostalgias,
extraviada de faenas lejanas, que te convierten en extranjera de mis lunas.
Cuando te llega este suspiro
un ignoto presentimiento te sacude el alma en secreto,
Y sabes que te amo con las mismas fuerzas de entonces, y el sosiego de estos años.
Cuando llego a tu vera,
embriagado de melancolías por contemplarte, mientras caminas hacia mí,
como en las perdidas noches, ecos sutiles de cantos que repito desde entonces.
Cuando llegamos en silencio,
a una cita esperada desde las nubes y desde el martillo irremisible del tiempo,
en silencio, con el ardor en los labios y la febril ansiedad en los ojos.
Entonces, amor,
brotan serenas las lágrimas,
y ondean los árboles sus secretos guardados.
Tejen las brisas tibias, risas acalladas por el tiempo,
y me encuentro contigo abrumado por la pena,
y corro a abrazarte, en la alegría de saber que llegaste.
Corren presurosas las sombras en el silencio nocturno,
a veces tímidas, a veces cínicas
y olvidan por dos segundos las penas esparcidas,
como pétalos de un sendero de ilusiones que renacen,
como valientes sigilosos que soportaron el quebranto,
para juntarse en el regocijo del abrazo
Es el tiempo de saludarnos, tras el luto de esta pausa interminable;
es el cielo que acaricia nuestras frentes,
en el sueño de mis desvaríos de siempre,
cuando me contagias con tu vida al mirarme a los ojos
¡Cómo sueñan estas penas con saciarse de amores!
¡Cómo se entristecen de nuevo por saber que te alejas!
En aguda mueca de lo inaudito y lo recurrente,
me resultan tristes las cavilaciones.
Pues al mirarte en el horizonte perenne de esta melancolía,
(noctámbula compañera que me dejaste con un beso en la boca,
que me acecha y me remuerde en los hondos suspiros de las lunas llenas)...,
un pesado frenesí reaparece al evocarte en estos años de amarte a solas:
Pues con tanta fiereza se devasta mi universo,
(mi universo eres tú y no te lo había dicho),
cuando te traigo a la memoria,
y luego te robo unas palabras jamás pronunciadas,
regalos de la vida y néctares de opio que me esclavizan a tus perfumes,
que detienes todo al instante, y nada más acontece que tú delante mío.
Se detiene el tiempo si retornas con un dejo amable en tus dedos,
se paraliza mi existencia y sólo importa sentirte al otro lado de este cielo.
Si sonríes al saber que te quiero, si suspiras en secreto por estas penas de tus silencios
si me dices que soy más para ti, que un perdido momento
Si me regalas las flores de tus manos,
si me embriagas con un beso perdido, amor
!Cómo se detiene toda la historia, el viento y la carga milenaria de las respiraciones pasadas!
¡Cómo colapsan las estrellas en la arremetida del silencio expectante!
Sólo tu presencia,
tú hermosa, pálida melancolía de ojos tristes,
que al hablar niegas con tu acento la muerte de este amor resistente,
y le regalas la vida para no morir nunca,
Pues aún partiendo yo a la oscura sombra del olvido,
o yéndote tú de este cielo creado por Dios para que vivas en otro menos austero,
esta pasión persiste, adquiriendo tonos nuevos como el amanecer frente a la montaña.
la montaña de mis sueños, de mis perdidos intentos por retenerte a mi lado.
Háblame, amor, es fresca aún la tarde y el reloj de mi alma late con fuerza,
pues mientras detengas este universo, brotarán renuevos de esta ilusión perenne.
Si me miras,
como un secreto estremecimiento,
que arrebata nostalgias dormidas.
Como una embestida infinita,
algo despiertas.
Inapelable, rotundo, inadvertido...
Como cuando caminas al frente mío,
y paralizas algo,
estrecho rincón para este temor
que me produces,
y al que me someto
sin decir nada.
Fresca melodía envuelta en hojas de fatigas,
dulces cantos arrebatados al olvido,
como para no perderte del todo
como para que te quedes,
amiga mía.
Cómo me encanta hacer trampa al destino,
jugar con el pasado y fingir el presente.
Sólo para venir de noche,
a extrañarte a escondidas,
paloma perdida.
En las anónimas noches de desvaríos,
cuando cantan tristes los grillos,
corre el corazón a encontrarte,
a besarte en la brisa,
boca que me esperas.
Y solo, hundido en mis melancolías,
te logro al fin entre versos,
te poseo en poesías
para no perderte
ansia de mis días.
Pues con la tristeza en la mirada
y la sonrisa en la boca
me aferro a tu vientre,
ya que has venido a buscarme,
como entonces.
Cuando cruzo las calles viejas,
aquellas que te vieron pasar junto a mí...
Cuando recuerdo los perdidos pasos
Y extraño cada instante, cada suspiro
Las estrellas readquieren sus brillos
evocan cantos de amor ignorados;
Y se abren en flor capullos muertos,
cuando miro atento las sombras latentes
Ecos distantes que se me antojan caricias,
haces de colores escondidos en la noche,
risas espontáneas ahora enmudecidas,
tiernas miradas que duermen en las ventanas.
Cuando más te pienso, cuanto más te llamo
gotas frías de néctares empapan el aire,
aromas encendidos que renacen a mi vera,
para recordarle al viento que me haces falta
En los breves instantes en que apareces,
como una sombra pletórica de perfumes,
oigo cantos nocturnos que me adormecen
veo auroras que tiernamente me seducen.
Cuando charlas conmigo, tan quedamente,
me acaricias con la brisa de tu boca dulce.
¡Oh manjar delicado, servido caliente!
!Deleites secretos si nuestros labios se funden!
Pues cuando me miras, aunque no lo desees,
me regresas la vida que te llevaste entre nubes,
me deshaces la pena que tuve al perderte
¡Agua fresca para tu prisionero que sufre!
Mas, tu distancia, como un rayo refulgente
en un cielo infinito y carente de luces,
me extravía presto, entre abismos inertes
¡Entre agonías insufribles que me sacuden !
Y, como en Marzo, cuando el alma me duele,
y canta mi tristeza sus lamentos azules,
se me vuelve tragedia este afán de quererte
y me quebranta por ti este amor que rehuyes.
En el alma, mientras la noche se aquieta,
bullen convulsos los arrebatos.
Me hablas, la prisa embarga mi sangre:
De tus horas, gemas preciosas que añoro,
me regalas unos momentos con dulzura.
No descanso, ¿cómo podría, si ya no me ignoras?
Se estremece mi corazón, imaginándote
al otro lado, mirando con tus ojos fijos,
el horizonte donde nos encontramos.
Como un beso, en la brisa, llegas en palabras
Mas, aturdido por lo irreal de encontrarte,
se me eriza la piel por mirarte, buscando un secreto
un pálido indicio de que me amas en silencio,
que me recuerdas, que me añoras, que me extrañas
Pues sin titubear sabes de memoria que te amo
Que muero de amor, que vivo pensándote
tras estos largos años de vivir tan cerca y tan lejos
perdiendo rastros de a pocos, para no hallarte,
enamorado de esta nostalgia que no te lastima
Ansioso por volver a tenerte, sin resignarme.
Tengo un mar de nostalgias para navegar junto a ti.
En los amaneceres aparecen titilantes destellos,
y se entremezclan olores conocidos que simulan playas ignotas,
para abrazarnos en la tibieza de la mañanas vigorosas.
He guardado flores frescas en un recóndito desván,
para dártelas con timidez y temblorosa ansiedad,
afán de ver tu rostro cuando las contemples y las aprisiones.
Para recordarte que te he amado todos estos años perdidos,
También te he compuesto una canción de amores,
trozos de sentimientos ahogados en melodías que repito.
Aletargados versos tristes envueltos en notas de esperanzas,
que entono a solas para no morirme de pena, mientras llegas.
Y como un epílogo de esta añoranza por recuperar tus besos,
le he pedido a las estrellas y a la luna, largas noches de amarnos,
pues ha sido amarga esta soledad y frías mis madrugadas ,
mientras aguardo encontrarte antes de dormir, por si regresas.
Ante la blancura nívea de la luna que mira,
me hieren espinas que tantas han quedado
dolores mudos, testigos de tu lejanía
otoños tristes que se entretejen con veranos.
Te fuiste, mucho antes de mi amarga partida,
y quedé perplejo doliéndome tus desganos,
hasta la angustia profunda de saberte perdida,
y esta nostalgia que aún no se ha apartado.
Me quedó el rastro de miradas infinitas,
goteando frías desde tus ojos amados,
¡Oh flores, que se estremecen marchitas!
Por la premura de tu seno aprisionado
Viajan indolentes mis alegrías extintas
¡Oh placeres que se volvieron quebrantos!
Ha quedado el rastro fugaz de tu beso ansiado.
Tras tus pasos, me he quedé en un rincón solitario,
esperando un nuevo amanecer junto a tu pecho,
recogiendo pétalos de nuestro amor secreto.
Como si pactara sueños con días lejanos,
preparo rosas para nuestro tímido abrazo.
Guardo besos para la noche en la que te espero.
Silenciosa, dulce amante, llegarás de nuevo.
¡Cuánto nos brindas amor, y nos quitas en pago
Arrebatas suspiros y nos dejas silencios,
Dolores infinitos tras el vuelo truncado!
Como si acecharas corazones en sosiego
entrevés presto sus años más crueles y aciagos,
para rociar dolor sobre los verdes renuevos.
Sigo con la mirada las graciosas formas que por miles deambulan
Preciosas en su sutileza, agresivas en su insinuación
Escucho sus voces, sus risas, y suspiro por poder descifrarlas
Me apego a la ansiedad de tenerlas tan cerca como al perfume más deleitoso
Pero, tras la torpeza de empresas semejantes, aparecen los ojos negros
La risa de embelesos y tersura en la voz, ¡la prisa de una caricia!
Y descubro con el temor de siempre que me falta la cercanía de tu pecho
Me faltas tú, me faltas y te busco sin encontrarte, ¡Ansioso de verte!
Y sin palabras, sin sentimientos reconocibles, sin explicaciones satisfactorias
En el secreto de mi vida, en la oscuridad de mis sábanas, en el café de la mañana
Me haces falta por todos estos años de no tocarte, por no sentir tu cercanía amada
Por llorar como lloro este luto aciago de haberte tenido, sólo para no verte más.