23:19
Cuando, al pasar los años, miro hacia atrás
cuán pocas veces he cerrado los ojos al besar otros labios,
cuán escasos suspiros arrancados por otros nombres.
Y si aquéllos se cerraron y se inflamaba mi pecho,
en símiles de venturas, sin ti, todo terminó en tristeza.
Cómo no intuir en los días de juventud que eras mi amanecer,
que la luz llegaba para quedarse cuando estabas.
Presentimiento que abatía mi alma hasta profundidades insondables,
pero que la torpeza me hizo derrochar a borbotones.
¡Tantas ansias y obstáculos para una boca sedienta!
Quizás, por ello, es inevitable evocar aquellos días,
Cuando tan cerca nos besábamos en las calles,
y mi alma se sumía en el frenesí de no ser;
cuando te tomaba de la mano o te ceñía con firmeza,
intentando retenerte para siempre del tiempo.
Es por eso que lamento las noches desperdiciadas,
las oportunidades de tenerte más tiempo,
los momentos de enojo o imprudente atrevimiento...
Se han ido, dejándome manojos de rosas marchitas
Y un sabor placentero que no me abandonará jamás.
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