Diciembre 23 de 2014
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Mientras jugábamos de la mano,
cuando éramos niños;
y nos mirábamos ingenuos,
ajenos a las tormentas,
que vendrían con los años
Arrullados en las rodillas de la abuela,
jugando a los carros o las muñecas,
riendo de espaldas;
como si el otro sólo existiera,
para completar el juego.
Y de repente, mi curiosidad de infante,
por tu sexo, por saber quién eras,
y tu afán de niña, para que no nos descubrieran;
agazapados, anticipando lo que vendría,
cuando llegara la primavera.
Pues entonces, en el mismo lugar,
cuando ella ya había partido;
mis ojos te miraban intrigante de fragancias,
colores, risas, gestos y miradas.
Nada simple ni sensato, pero delicioso.
Pues años antes, de la mano de la abuela,
acaso ella presintiera,
mientras olía nuestros cabellos,
lágrimas y penas entre los dos chiquillos,
y lloraría en silencio
para no presenciar esta tragedia..
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