Te escribo, porque pienso en ti
Te añoro, aunque no sé exactamente la razón
Los días se me escapan imaginando lo que pudo ser,
sin atinar a encontrarte, ni correr cerca de tu vera
El amor, de este modo divaga, se vuelve contra mí.
En una danza monótona de décadas de esperar por ti
Te beso, te acaricio en la satisfacción de otra piel
Me hastío de no tenerte y por melancolía salgo a esperarte
¿Dónde están tus ojos, tímidas caricias de tu alma?
¿Dónde, amiga, el plato servido de tus manos?
Recuerdo cuando nos besábamos, el tiempo se detenía.
Recuerdo tu vientre suave y cálido expuesto para mí.
Añoro aquellas tardes, idílicas ofrendas del destino,
y nuestras noches vagas, estancias breves hacia mi final.
Mas, encontrándonos a medias, en la frialdad de la distancia,
te acercas y te me escapas, como brisa tibia de la montaña.
Y estando tan lejos, a mil millas de un beso perdido,
me ilusionas si me recuerdas en tu espacio vacío.
Vuelve amor, las puertas te esperan como de costumbre,
o déjame correr a encontrarte, y espérame esta vez.
Espera por mí, suave azucena, bella entre mil despojos.
Los restos que quedan de este amor dormido, aún te sueñan.