29 de Marzo de 2013. 15: 07
Te recuerdo, te extraño. Aún cuando las consecuencias dramáticas de la sentida separación arremetan con furor. Se mezclan en las noches intensidades de charlas breves, miradas y un beso perdido.
La noche que nos vimos, distantes, apenas alcancé a saludarte con un beso. Tú, tímidamente, me tomaste por el brazo en un momento fugaz, infinito. Al final, tras sorprenderte mirándome, apenas atiné a decirte al despedirnos "adiós, amor". Yo estaba triste, como cada vez que, tras la alegría enorme de encontrarte, tengo que ver cómo te vas. Pero esta vez, te quedaste hasta el final, dejándome menos tiempo en la antesala de tu ausencia cruel, en la que la música se termina cuando te marchas.
No obstante, un día después, tuve el valor de dedicarte un poema, contra cualquier previsión. Como una sonrisa del destino, tras nuestros breves encuentros anónimos, mezclas difusas de frío y distancias, aceptaste escucharlo. Antes de hacerlo, me advertiste con pudor que rechazarías cualquier insinuación impertinente. Pero, ¿qué te podía decir? ¡Son veinte años de habernos dicho adiós, amor! Creo que sabes cuánto he llorado, sin que nadie te lo haya dicho.
Al escucharlo en el lugar donde te encontrabas, bajaste la guardia de repente. Me dijiste "Sin palabras,... sólo lágrimas". Quizás fue lo más acertado, pues de veras deseo que mis sentimientos te alcancen sin dañarte.
Y persistente, tras otras noches de visitarte en secreto, persiguiendo tus sombras, se mantiene en el silencio el poema de Neruda, testigo de noches de profunda soledad, anhelándote.
Poema 20 (Pablo Neruda) - Alex Ubago