Abril 10 de 2015
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Y en las embestidas mutuas, alejándonos y aferrándonos luego
nos dejamos ir, nos dejamos dominar, perdemos la razón
y siento la música convulsiva de tus gemidos de mujer
segundos que parecen átomos de vida, moléculas de ti
estrellas de tu universo, galaxias de tus orgasmos
y me envuelve la dulzura de tu placer crudo.
Y te arranco otros gritos ahogados en tu garganta
y te estremeces entre contracciones de tu caverna saciada
oscura, libidinosa, chorreante de tus jugos femeninos
que no me deja ir hasta que le arranque su último canto,
y yo, extasiado sin que pueda describirlo me hundo en ti
tanto como puedo, como sin querer salir de tu intimidad,
pero mi desenlace efervescente también está cerca...
Y entre movimientos febriles, mi rama viril naufraga
hundiéndose y saliendo a la superficie, sin atinar sus antojos,
empapada de tu savia sagrada, queriendo prolongar el instante
y en un impulso desbordado, derrama su carga blanca,
y riega su emulsión reservada para tus jardines rosados...
En una mezcla de vida y muerte, entrega y demanda,
palpitante pasión y saciedad largamente aguardada
late en mi interior un regalo para tu tibia y profunda cavidad
tus deliciosas honduras, tus secretos de mujer,
que después de semanas, de esperas agónicas,
¡Volviste a brindarme!
