Ella es la mujer...
Con el recuerdo de un beso suyo,
cierro los ojos para sumergirme en silencio,
y pensar en nada más
Sólo esperando más vida junto a ella,
o la muerte sin que sienta pena,
Mas al abrirlos, la extraño de tal modo,
que intento rescatarla, hasta verla regresar.
¿Cómo hacerte saber que me haces falta,
y que lo percibas en lo íntimo?
¿Que eres tan dueña de mis pensamientos
como yo esclavo de tus silencios?
¿Que me marcaste el alma con un beso,
y me aferré a las delicadas ramas de tus brazos?
Mis horas te llaman con insistencia,
otorgándome pausas
sólo para descansar soñando contigo.
Tus pasos en las calles.
La dulzura de tu voz tan cerca,
como el arco iris del cielo.
Todos permanecen intactos en mi memoria.
Como regalos y aguijones,
que me impulsan a correr tras de ti,
y tenerte frente a mis ojos.
Tierna locura, frenesí desbordado.
La misma ansiedad de los primeros días.
Porque me impregnaste de ti,
y ya no puedo superar tu ausencia.
Porque el viento me trae tu voz,
y el sol la belleza de tu rostro.
Porque no estás conmigo,
como para acariciarte.
Porque no he vuelto a sonreír,
como cuando te veo llegar.
Amanecer y otro día,
con la ilusión azul de encontrarte,
para mirarme en tus ojos,
para tocarte por si fueras sólo bella metáfora,
y sentir tus aromas dulces.
Te he visto en mis sueños,
desde siempre, amiga,
-Amor de mil novedades en mi pecho-
Hasta que se cierren mis ojos al final,
y soñarte para siempre.
Y esta madrugada,
vacío de un abrazo tuyo,
sediento de tu respiración en mi oído,
de tu pecho latiendo frente al mío,
conservo el optimismo renovado hace cinco lunas,
de volver a verte.
La vida expresa sus paradojas al crear itinerarios en la existencia de cada ser. A menudo de maneras caprichosas. A mí me suscitó la fortuna de quererte, aferrar mis manos a tu figura y mi vida a la tuya. Transcurrida una buena parte de nuestra existencia, me doy perfecta cuenta de ello y me alegra. No estoy seguro de asumir que se trate únicamente de algo exterior a nosotros. Sé que decidí quererte; y tú, inesperada y particularmente, también. Sin embargo, no aparecen razones claras para ello. Por tanto, concibo en mi corazón un entramado de circunstancias que han favorecido este cariño a través de los años, y que lo ayudan a permanecer: los vínculos, la cercanía, las coincidencias, los gustos, una conexión oculta pero real, una constante tensión entre atracción y temor, placer y culpa, ¿Quién puede descifrar algo tan intrincado y bello? ¿Por qué y de qué modos la presencia tuya, puede hacer que mi mundo y mi existencia se detengan, para girar completamente en torno a ti? ¿Quién determinó algo tan misterioso, tan sublime?
Es fácil ser consciente de que la misma experiencia es vivida de formas diversas por muchas personas en el mundo, hasta hoy. La historia de los seres humanos está impregnada de nuestras locuras y nuestros apasionamientos por amor ¡Pero es tan bello para mí tener semejante privilegio! ¡La proximidad íntima con algo así de sobrecogedor, tan divino y humano! Y nuevamente, por el hecho de ser la vida inusitada y nuestros caminos impredecibles, pienso que tu existencia y la mía están envueltas en ese velo de incertidumbre y vitalidad que las hace únicas. Al menos en esta orilla del mar.
Cuando apareces,
por esa gracia tan tuya,
la tarde canta.
Y si me miras,
me estremeces el alma,
y me conoces.
Cuando te beso,
se detiene el tiempo,
y te conozco.
Y al sentirte,
late tanta vida en el aire,
y hay una gran calma.
Cuando me abrazas,
me haces único,
allí mismo.
Y al asir tu mano,
surge tal complicidad,
como para escapar juntos.
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Combina los versos, entre las estrofas
y sería igual de maravilloso siempre,
¿Ves por qué omití lo que ocurre cuando te marchas?
Te quiero,
con el desenfreno de estos meses.
A veces naufragando;
a veces cantando bajo la lluvia;
a veces llorando sin que lo sepas;
a veces aguardando tu señal.
Sobre todo,
cuando pasan estos días de no verte;
con el frío luto de tu ausencia;
en mis ojos que te buscan,
en los lugares donde estabas conmigo.
Mudos de extrañarte.
Porque eres mi vida,
son grises eternidades de errar,
soñando con tus ojos bellos;
imaginando tus besos,
y que te abrazo sin palabras,
para no derrumbarme.
A veces callas,
hieren punzadas de tu silencio
¿Crees que no sé por qué?
Y sufro mucho por ello,
Es como pedir que no venga el frío,
y que no me dejes.
¿Quién lo diría?
Y entonces, para no desesperarme,
en la melancolía de recorrerlos,
decido no buscar allí tu perfume,
ni tu presencia tan querida;
porque me lo pediste.
A veces lloro,
con el desenfreno de estos meses;
cuando pasan estos días de no verte,
son grises eternidades de errar.
Hieren punzadas de tu silencio,
y entonces, para no desesperarme,
a veces lloro.
Recordarte es sentir el sabor de tus besos,
el encanto que vibra cuando caminas;
es rogar que estuvieras aquí por un momento;
y a las nubes, dejarme ver la luna cuando brilla.
Recordarte es soñar y es sufrir en silencio,
suplicar amando el misterio de tus caricias,
es querer mirar tus ojos y abrazar tu cuerpo;
es extrañar tu respiración tan suave, tan tibia.
No lo quieras, no puedo olvidarte, mi vida.
Pues sabes bien que tras años de estar tan lejos
Con tenacidad te extrañaba y te quería
¡Cuánto más ahora al saber que por fin has vuelto
Me embriagué otra vez de tu dulce cercanía
¡Y duele esta melancolía que estoy sintiendo!
Aún distante de tus líneas,
las que me encanta leer,
cuando te acompaño en las noches…
Las ondas de mi corazón,
se dirigen hacia ti,
hacia donde estás.
Y esta noche,
aguardo la esperanza, amor,
de ver teñidas nuestras ilusiones
con tintes de alegría…
Que al final,
nos sintamos felices
de ser transgresores
de sinsentidos y atardeceres grises.
Te sigo extrañando,
con la melancolía y la calma,
de tantas noches y sus días;
cuando recorría la oscuridad del cielo
buscando tu estrella y la luna,
para hacerte saber de modos insondables
que te quiero.
¿Cómo decirte que me haces falta,
que cuando no está tu mirada,
el día empieza a tornarse tan frío,
preludio de noches de ansiarte?
¿Cómo no pensar en ti, mi amor,
si esa luna bella que nos mira,
es la pálida canción de tu ausencia,
es la melancolía de tu nombre?
¡Quién me diera tenerte en mis brazos
El milagro de tu sonrisa bella,
el sosiego de tu acento en mi oído
y un beso furtivo bebido en silencio!
Si yo pudiese gustar tus secretos,
cantar de amor sobre tus espacios,
respirar la tersura de tu piel tan tibia,
y desfallecer de amor embriagado de ti!
Cuando estás ausente, me falta la sensación misteriosa,
la alegría de entregar la vida y conocer el otro lado del mar.
Estás de mil maneras, mi corazón aprendió a asumirlo así…
¿Cómo dejarías de vivir en mis horas de recordarte tanto,
dentro de mi pecho, aunque el viento extrañara tu acento?
Pero esta noche me haces falta, mi alma se asoma al puerto,
esperando noticias tuyas, para rescatarlas si fuera preciso…
Tus memorias, tus palabras, el perfume de tu piel, tu silencio,
¡Ese rastro tan tuyo que marca mi existencia tras volver a verte!
Mi vida se sume en grises pausas, y despierta sólo cuando llegas.
Bien sé que los periodos de nuestras distancias son inciertos,
El sol y la luna marcan ritmos distintos en este firmamento…
Un día tengo tu corazón, tu vida, endulzándome las manos,
y en la noche, sólo tu gentil manera de decir que te marchas,
¡Pues hasta tu espalda es bella, cuando te alejas en silencio!
Te quiero mucho, aunque esté levemente consciente de lo que ello signifique en el balance final de nuestra existencia. Has estado ajena a las angustiosas noches, buscándote en la fiebre mortal, mientras te escapabas sin despedirte. Has estado latente durante años de suspirar por ti en silencio, imaginando apenas lo que hacías, o presintiendo los giros que daba tu existencia. Has estado patente en los recuerdos que me quedaron al esforzarme por revivir cada detalle posible, tranquilizando este corazón que persiste en esperarte. Y has estado muy presente todos estos años, pero especialmente cuanto he podido disfrutar el placer de tu cercanía tan ansiada... Y qué decir de la sorpresa impetuosa de tu amor, contra toda previsión y cualquier anticipación, por optimista que fuera.
Hoy he recordado aquel anochecer de Febrero, cuando te recontaba toda mi ansiedad represada durante todos estos años de tenerte lejos. Y desde entonces, he sentido el torrente que has vertido sobre mi alma con cada saludo y con cada encuentro. Cuando te veo y charlamos, siento una potente sensación de intimidad que me estremece hasta las lágrimas, por todo lo que he perdido al tenerte tan lejos. Tu vida es una bendición que me cuesta describir con palabras, y cuyas implicaciones me marcan por los años que vendrán, estoy completamente seguro.
La tarde de sábado que orabas conmigo, ocurrió algo que difícilmente entiendo: Me traspasaste el corazón con un impacto de tal afecto y lealtad que jamás había vivido antes. Me sobrecogió de tal modo ese momento trascendente, que considero constantemente lo que significa. Y si me propusiera terminar de expresar lo que me sobreviene al pensamiento cuando veo tu nombre, sé que las horas serían insuficientes hasta la noche.
Sólo quería decirte que te quiero, que te extraño y te pienso mucho, Amor de mi vida. Pero como ves, siempre tengo algo más para agregar.
Pudiera ser que transcurridas las tormentas, las que me separaron de ti con inclemencia, nos quede un manojo de flores marchitas y los fantasmas de épocas pasadas. Que al mirar atrás, te arrepientas y te enojes por haberme regalado algunos de tus días, incluso aquellos que a veces ya no recuerdes. Más aún, que lamente lo que no te dije, o cuanto nos faltase por vivir.
No obstante, ¿Quién nos robará el sabor de los besos, de tenernos en esos instantes que han marcado para siempre nuestra existencia? Pues por tener la flor de tu boca, mujer, y tus manos tan bellas, entre las mías, todo sufrimiento es poco. Disfrutar una caricia tuya en la tarde, o tu cuerpo vivo en las noches que no hemos olvidado, suplió con creses las soledades que bebí en el silencio. ¿Quién habrá de arrebatarnos todo ello y cuanto nos queda, de los cuales estos trozos de recuerdos que te escribo, serán celosos testigos?
Déjame que te cuente que te quiero más que nunca, hasta el agua me sabe distinto porque estás... ............................................................................................ ¿De veras crees, mi vida, que he caminado kilómetros de nostalgias hasta volver a hallarte, para venir a cansarme de tenerte?
Para tu amor - Juanes
Como dos niños, atravesamos la tarde. Rompimos la tristeza en pedazos. Navegamos un río imaginario, tomados de la mano. Como hace años... ¡Mejor que antes!
Te tomé prestada del tiempo, caminando un laberinto de colores, mientras nos besábamos. Otra vez juntos, mi amor. El viento agitaba tus cabellos y la luz era más limpia en tus ojos.
Cuánta alegría, al saber que te amaba como nunca antes. Cuánta suavidad en tu piel tibia. Las caricias de tus palabras resuenan todavía en mi corazón.
Y ahora, transcurrido el día, desde cuando me desperté amándote, sin dejar de pensar en ti, hasta el último contacto... Pienso que nací para quererte y sólo eso es importante para mí esta noche.
Existen épocas de quererte y soñarte, como estas, en tanto has estado cerca. Tan intensas y recónditas. Avasalladoras hasta el frenesí, han acelerado los días y los meses. Pero olvido, por causa de la embriaguez a base de alegrías inmerecidas, que en nuestra historia han sido más las breves palabras y los prolongados silencios.
Las olas van y vuelven. Se llevan las ilusiones y regresan con pétalos deshechos. Pero hay tal belleza en la crueldad del Destino, que encuentro deleites insospechados en las nuevas memorias que escribimos. Regreso a mi prisión, feliz de haberte visto; reteniendo el calor de tus brazos y bebiendo las nostalgias de tus sabores.
Desde mi rincón te contemplo. Nunca he sabido qué hacer cuando te alejas. Sólo me enseñaste a vivir extrañándote, deshojando esperanzas y contando los años, mientras vuelves a recordarme. Invadido hasta la muerte por el frío de la pena, me repito en secreto que es un sueño, que es nada. Porque no estás desde hace unos pocos días, ¡Y ya me parecen siglos!
¿Dónde están tus ojos lindos? Sé que has llorado y no lo dijiste. No tenías que, de todos modos. Quizás el sinsentido que te tocó es demasiado rotundo para expresarlo. Y tus sufrimientos, los que sobrevinieron cuando rompiste mis cadenas, no están escritos en ninguna parte. Sólo los míos, necio egoísta que no deja de amarte.
La vida me enseñó a quererte, nunca a olvidarte. Es mi gloria y mi condena. Néctar y veneno. Porque haces renacer mi corazón cuando me miras y me matas un poco cuando te marchas. Te llevo conmigo todo el tiempo, si supieras... ¡Pero estás tan lejos! Eres razón de mis sonrisas y de repente lágrimas por tu nombre. Eres mi vida.., y quizás, nunca he sabido decírtelo.
La síntesis de mi vida es extrañarte. Tras la euforia de tocar tus manos, escuchando tu voz como una caricia, me agobian las penas de nuestra separación. A modo de un compás fresco y cadente, nuestros encuentros y nuestras distancias son piezas de una canción complicada (tu palabra).
En este lugar, tu recuerdo me acompaña. Como una flor en el tiempo.
Déjame escuchar otra vez en el silencio que me dejas, esa melodía de saber que volveré a verte. Es la alegría secreta que atesoro desde mis años de juventud, y que me entusiasma mucho más en épocas como esta, cuando nuestras horas se juntan nuevamente. Un regalo en el tiempo, una licencia de la Vida, o una equivocación afortunada. Algún día, alguna noche, mirándonos a los ojos, quizás habremos de saberlo.
¿Cómo te atreves a mirarme
si sabes que mis ojos enloquecen por los tuyos,
si lloré tanto la distancia entre los dos,
y me haces adicto con una mirada?
¿Cómo te atreves a tocarme,
si la tibieza de tus dedos,
era todo lo que pedía a Dios en mis noches desgarradas,
hasta dormir de tristeza?
¿Cómo te atreves a quererme,
si ya nada me separará de ti,
pues el amor es más poderoso que la muerte,
y mi vida es tuya?